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Tanto las plantas de combustión como los vehículos pueden equiparse con tecnología de control de emisiones que consiguen eliminar en un 90%, e incluso más, las emisiones de los denominados NOx. Se identifican dos tipos de medidas: técnicas, que implican la aplicación de medios tecnológicos, y estructurales, que suponen un uso más eficiente de la energía. Sin embargo, es difícil establecer una separación entre ambas estrategias y, en la mayoría de los casos, resulta más rentable la combinación de ambas, tanto desde el punto de vista medioambiental como desde el económico. Otra medida sería la sustitución total o parcial de la energía fósil por otras fuentes renovables, biocarburantes de mayor eficiencia energética, y con menor repercusión desde el punto de vista de las emisiones. En este trabajo se realiza una revisión de las distintas estrategias tecnológicas encaminadas a la reducción de los NOx, procedentes tanto de fuentes estacionarias como fuentes móviles.
Una de las principales causas de la contaminación del medio ambiente son las emisiones de los óxidos de nitrógeno, denominados globalmente NOx. Estas emisiones ocurren de forma masiva, vertiéndose a la atmósfera cada año más de 30 millones de toneladas, y son los causantes de problemas tales como el “smog” fotoquímico, la lluvia ácida y la destrucción de la capa de ozono. Estos NOx engloban fundamentalmente tres óxidos estables en fase gas a temperatura ambiente o temperaturas elevadas y bajas presiones parciales: el óxido nítrico (NO), el óxido nitroso (N2O) y el dióxido de nitrógeno (NO2); siendo una de las principales causas los compuestos nitrogenados contenidos en los combustibles fósiles, cuya oxotransformación da lugar a la emisión de estos compuestos. Estrictamente, el conjunto NO y NO2 es denominado NOx, y sus emisiones están reguladas. Las emisiones de N2O aún no están reguladas; sin embargo, está implicado en la destrucción de la capa de ozono estratosférico y es responsable, en cierta medida, del preocupante calentamiento global o efecto invernadero, por lo que se espera que en corto período de tiempo sus emisiones se encuentren también sujetas a medidas de control. En las últimas décadas se ha realizado un significativo esfuerzo para desarrollar procesos y tecnologías que limiten tales emisiones [1-6], con una legislación ciertamente más restrictiva, aplicables tanto a fuentes estacionarias de emisión como a fuentes móviles.