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La alta disponibilidad consiste en una serie de medidas orientadas a garantizar la disponibilidad de los sistemas según los requerimientos para los cuales fueron diseñados. En el entorno industrial, su objetivo principal es que los sistemas necesarios para la fabricación de los productos estén funcionando de forma continua durante un periodo de tiempo fijado por las necesidades del negocio. La industria química, sometida a estrictas regulaciones en materia de seguridad y sostenibilidad medioambiental, y bajo una fuerte presión para la reducción de sus costes operativos, encuentra en esta tecnología una vía efectiva para ganar en competitividad.
La alta disponibilidad, entendida como la capacidad de mantener operativos los servicios y operaciones que conforman el corazón del negocio y asegurar un grado absoluto de continuidad operacional durante un período de medición dado, cobra especial relevancia en entornos altamente automatizados como el sector químico.
Aunque la industria química es consciente de los beneficios que esta propuesta aporta, el aumento de la disponibilidad a través de la redundancia en procesos puntuales sigue siendo la norma en el sector, y pocas son las plantas que pueden asegurar que cuentan con una arquitectura diseñada en su totalidad bajo los principios de la alta disponibilidad.
La disponibilidad se puede expresar a través del nivel de tiempo de actividad, y es el porcentaje que se obtiene de la división del tiempo durante el cual el sistema está disponible por el tiempo total.