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El objetivo de las funciones instrumentadas de seguridad, que, según los riesgos del proceso, deben ser más o menos robustas, es guiar o mantener el proceso en un estado seguro. En este artículo se estudia la manera en la que el mantenimiento afecta el nivel de integridad de estas funciones.
El mantenimiento de las Funciones Instrumentadas de Seguridad (SIF por sus siglas en inglés: Safety Instrumented Function), aunque forma parte de las últimas etapas del ciclo de vida de la seguridad, es una fase fundamental para conservar las características de integridad y seguridad de estas funciones.
Tanto las pruebas que se han de realizar durante el mantenimiento, como el período entre ellas, tienen un impacto directo sobre la probabilidad de que una SIF falle en demanda, es decir, en el momento que sea necesaria su actuación, por lo que el mantenimiento ha de ser planificado y programado desde la etapa de diseño.
El no cumplimiento de este período entre pruebas llevará a un aumento de la probabilidad del fallo en demanda (PFD) de estas funciones, y al consiguiente aumento de riesgo del proceso, ya que la función no alcanzará la integridad de seguridad que se le asignó en las primeras etapas del ciclo de vida.