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Este trabajo presenta una metodología de clasificación de zonas ATEX por gases según el R.D. 681/2003, así como su aplicación a un caso práctico de una sala de calderas de una industria real. Asimismo, se analiza, mediante termografía, las fuentes de ignición para el caso estudiado.
Una atmósfera explosiva [1,12] es una mezcla con el aire, en condiciones atmosféricas (temperatura comprendida entre -20ºC y 60ºC, y la presión entre 0,8 bar a 1 bar), de sustancias inflamables en forma de gases, vapores, nieblas o polvos, en la que, después de una ignición, la combustión se puede propagar hacia la mezcla no quemada.
El fundamento de la clasificación de zonas [2,3,4,7,8,11,13] consiste en establecer unos niveles de probabilidad de generación y existencia a lo largo del tiempo de atmósferas explosivas, lo que en realidad constituye una herramienta fundamental del análisis de riesgos entendido en su sentido más genérico, que es el de valorar la probabilidad del suceso y sus consecuencias.
En cada área o instalación de la planta a analizar la probabilidad de explosión es el producto obtenido al multiplicar la probabilidad de aparición de una atmósfera potencialmente inflamable por la probabilidad de aparición de una fuente de ignición. Evitando o minimizando los dos factores, se puede conseguir reducir a valores aceptables la probabilidad de explosión, y para ello es necesario realizar una correcta clasificación de las zonas.
La transposición de la directiva europea ATEX 1999/92/CE [4] dio lugar a la aparición del R.D. 681/2003 [10], que establece en su Anexo I una clasificación para gases, vapores o nieblas (Tabla 1).
El cálculo y extensión de un emplazamiento peligroso no es un procedimiento fácil o trivial, y constituye el paso fundamental a la hora de realizar una valoración o evaluación de zonas ATEX [6].