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La generación de gases contaminantes y material particulado (polvo menor a 10 micras) representa un problema complejo en lo que respecta a la calidad de aire. La Organización Mundial de la Salud advertía de nuevo, a finales del año 2013, del incremento en la incidencia de cáncer de pulmón y la disminución de la esperanza de vida como consecuencia directa de la mala calidad del aire. Esta no es más que una noticia entre muchas de las publicaciones científicas que alertan sobre este serio problema. Los gobiernos, la sociedad y la industria conocen perfectamente esta realidad, y se trabaja cada vez más enérgicamente para minimizar este problema.
La contaminación del aire es resultado de un complejo proceso en el que participan, entre otros agentes, las emisiones de origen natural y antropogénicas, siendo las emisiones procedentes de la actividad industrial una parte clave dentro de este segundo grupo.
¿Cómo reducir las emisiones industriales?
Las soluciones convencionales a las emisiones industriales, basadas únicamente en tratamientos de fin de línea, se han mostrado ineficaces en numerosas ocasiones. Las tecnologías de tratamiento que actualmente existen en el mercado son suficientes para la mayoría de los problemas que deben tratarse. La prioridad no pasa, por tanto, por desarrollar nuevas tecnologías o disponer de un sistema de tratamiento específico diferente, o de un catálogo lo más amplio posible de sistemas de fin de línea, sino que la clave es abordar el problema de una forma global y con soluciones ad hoc (Figura 1).
Para ello, debemos considerar los procesos generadores de gases en origen, su evaluación en términos de fuentes generadoras y su emisión, la minimización de caudales que deben tratarse (lo cual incide en los costes energéticos), su adecuada captación, ventilación y conducción, y, por último, las posibles alternativas de tratamiento (Figura 1). Solo de este modo garantizamos la mejor solución con los menores costes de implantación y operación. Una correcta estrategia de captación de los flujos de aire contaminado con gases y material particulado en origen, un eficiente diseño del sistema de ventilación empleado o una adecuada dispersión de los gases emitidos pueden y deben considerarse siempre en el diseño de la solución. Posiblemente lo anterior no sea suficiente en la mayoría de los casos, por lo que será necesario considerar adicionalmente un sistema de fin de línea. Una vez más, en esta fase el conocimiento detallado de la composición de la corriente de gases que deben tratarse (tanto de sus parámetros químicos como físicos), los rendimientos de eliminación requeridos para alcanzar los valores de emisión legislados o establecidos, y las capacidades y limitaciones de las diferentes tecnologías, deben tenerse en cuenta. Por último, las peculiaridades de la instalación del propio cliente (disponibilidad de espacio, disponibilidad de agua, fiabilidad de los sistemas, simplicidad de operación y mantenimiento, etc.), y el estudio detallado de los costes CAPEX y OPEX, deben ser perfectamente evaluados. No podemos pensar en reproducir soluciones, y debemos huir de planteamientos que consideren la corriente emisora (gases, olores y material particulado) de forma aislada. Cada instalación es un proyecto diferente que solo podremos abordar con éxito con un profundo conocimiento de las diferentes variables y peculiaridades de este. Esta situación es común para numerosos sectores industriales, como son el de depuración de aguas residuales, tratamiento de residuos, alimentario, petroquímico y químico, minería, papel, ganadería intensiva, alimentación animal, renderización, etc.