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Los combustibles fósiles constituyen la mayor fuente de energía utilizada por el ser humano desde principios de la revolución industrial (s. XVIII) hasta nuestros días. El carbón, los hidrocarburos y el gas eran y son el origen de la gran mayoría de la energía producida y consumida. Aún en la actualidad, el mayor aporte a las necesidades energéticas del planeta lo hace el petróleo (37% del total) seguido del carbón (25%).
La utilización de estos recursos presenta dos problemas fundamentales: la evidente y conocida limitación de los mismos y la contaminación de las emisiones derivadas de su combustión. Dado que el primero es insalvable, el ser humano ha dedicado importantes esfuerzos y recursos en la amortiguación del segundo problema, tratando de minorar el impacto sobre el medio ambiente de los contaminantes emitidos a la atmósfera, fundamentalmente CO2 y SO2.