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Cuando hablamos de los plásticos y de sus increíbles propiedades no podemos obviar que su gran y oculto secreto radica no en lo observable, sino en lo intrínsecamente pequeño. E incluso más allá: en lo más pequeño. Gran parte de las casuísticas que hacen al plástico lo que es hoy en día solo son accesibles desentrañando su más íntima estructura, esto es, yendo al detalle. Se presentan dos grandes fronteras, la microscópica y, de gran actualidad, la nanoscópica. El estudio desde arriba y hasta lo más profundo de la materia nos permite desvelar los secretos y misterios de los plásticos. Ese es nuestro camino.
Lo pequeño…
Por encima de la longitud de onda visible, es decir, unos 400nm como mínimo, la visualización de lo que ocurre a pequeña escala es claramente apreciable por el ojo humano, eso sí, con los elementos amplificadores adecuados. Estamos hablando de lupas, lentes, y los tradicionales microscopios ópticos, que permiten resoluciones hasta el rango de muy pocas micras o incluso inferior en los más avanzados.
Adentrándonos, pues, en este universo de lo microscópico es donde suceden muchos fenómenos y propiedades atribuibles a los plásticos. La presencia de cargas, refuerzos, e incluso fibras, su estructura y geometrías se dilucida y resuelve a esta escala (Figura 1). Aún estamos en tamaños por encima de la longitud de onda del visible, por lo que todavía la interpretación de lo que ocurre a este nivel es totalmente interpretable bajo las experiencias sensoriales con las que estamos habituados a convivir. La microscopía óptica, en sus múltiples modalidades, es una herramienta extremadamente útil para interpretar y estudiar muchos problemas y casos que diariamente nos preocupan en el mundo de los materiales plásticos.