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El lema “Safety First” (la seguridad es lo primero) lo encontramos hoy escrito en todos los barcos de transporte de mercancías peligrosas, desde los pequeños “quimiqueros” que transportan productos a granel a pequeña escala, hasta los “metaneros” cargados con cientos de miles de metros cúbicos de gas natural licuado. Esta frase está hoy maldita en las instalaciones terrestres. No porque no sea afortunada, que lo es. La máxima tiene mal fario sólo por haber sido el lema escrito en las paredes de la planta de pesticidas de Union Carbide India Limited en Bhopal.
La tragedia causada por esta instalación es la peor de la industria química. Este año se cumple el trigésimo aniversario de la catástrofe. Este año también ha muerto Warren Anderson, el que fuera presidente de Union Carbide en tiempos del accidente. Descanse en paz. Anderson nunca compareció como responsable último de la catástrofe. Cada vez que el calendario señala el día 3 de diciembre, una nota de luto nos debería hacer reflexionar a todos sobre nuestras responsabilidades como actores de la química en el mundo.
¿Por qué empezamos nuestro escrito de este año con estas palabras? Primero, claro está, a causa del aniversario de Bhopal. Luego, porque resulta preocupante –muy preocupante– que al hacer una búsqueda en Chemical & Engineering News sobre química fina, la primera noticia que aparece [1] no haga referencia ni a nuevas tecnologías, ni a lo bien o a lo mal que va el mercado. Se refiere a un accidente. El que ha sucedido el 15 de noviembre pasado en la planta de DuPont, en La Porte, Tejas. En el momento de escribir estas líneas, había cuatro muertos y al menos un afectado en el hospital. Al parecer, se trató de una fuga de metilmercaptano, pero está en marcha una investigación del CSB (U. S. Chemical Safety Bureau) y habrá que esperar a sus conclusiones. La planta implicada fabrica insecticidas y fungicidas.