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Los indicadores clave de desempeño o KPIs son críticos para la mejora continua del departamento de mantenimiento. Las posibilidades de selección de métricas son múltiples y variadas dependiendo de la fuente de consulta seleccionada, corriendo el riesgo de perder el enfoque entre cientos de indicadores. Debe ser la estrategia de cada compañía con su mantenimiento la que marque los indicadores a utilizar. En este artículo se realiza un acercamiento de la teoría de indicadores a la realidad del mantenimiento en una planta en producción.
Los indicadores como base para la mejora continua
Para mejorar en la actividad de mantenimiento, como en cualquier otra, es necesario un continuo esfuerzo. Siempre debemos tener una línea de trabajo enfocada en la mejora, fuera de la vorágine del día a día. Este esfuerzo debe estar orientado a resultados, y para ello debemos utilizar diferentes técnicas y procesos.
Empecemos con dos frases, la célebre de Lord Kelvin acerca de la medida: “Cuando puedes medir aquello de lo que estás hablando, y expresarlo en números, puede decirse que sabes algo acerca de ello. Pero, cuando no puedes medirlo, cuando no puedes expresarlo en números, tu conocimiento es muy deficiente y poco satisfactorio”, y la de Kathleen Leibfried: “La gente responde a las herramientas e índices usados para evaluarles, y hará las cosas más sorprendentes para asegurarse que cumplen sus objetivos”. Puede parecer muy dura, pero la realidad nos demuestra que se cumple.
Hemos de tener en cuenta que un indicador es un instrumento, un medio para conseguir algo, para orientar nuestros esfuerzos hacia una meta y no un fin. Es por ello que, en primer lugar, deberemos tener claras cuáles son nuestras metas, hacia dónde nos queremos encaminar. Una vez definidos los objetivos y los procesos asociados a ellos, hemos de definir qué indicadores nos ayudarán a conseguir aquellos. Es lo que en inglés se denomina “Key Performance Indicators” o, más conocidos por sus siglas KPI, y que, traducido de forma literal, sería: “Indicadores Clave de Desempeño”.
Es fundamental que la selección de indicadores sea la adecuada; de otra forma no producirá los efectos deseados. Es habitual encontrarnos que una mala definición de estos induce a las compañías a tomar decisiones equivocadas. Otro punto a considerar es el número de indicadores. Cuando las empresas se “imbuyen” en los procesos de selección de métricas suelen entrar una especie de “fiebre” por medirlo todo, que produce un efecto “asfixia” a aquellos que tienen que implementarlos, ya que suele ocurrir que el esfuerzo necesario para poder obtener dicha información es muy grande, incluso mayor al beneficio de tenerlos. Los indicadores deben ser fácilmente calculables. Para ello han de disponerse de las herramientas informáticas necesarias para que sea posible. El esfuerzo ha de concentrarse en la parte de análisis, y no en la obtención de los indicadores.