Empresas Premium
En la industria química, pese a tratarse de una industria pesada en general, las innovaciones radicales no tienen por qué ser de intensidad de capital, sino, más bien al contrario, de creatividad y optimizaciones profundas, utilizando una información y actuaciones cruzadas, y distribuyendo la inteligencia tecnológica en las personas. Es todo un reto necesario, pues en general, en proceso continuo, los productos entregados no tienen demasiada capacidad de diferenciarse en el mercado por estar cerca de ser commodities, o de ya serlo, con un precio muy cerrado. Pero dejando al margen la innovación del producto, es la innovación en proceso la que tiene mayor capacidad de generar retorno económico, precisamente por su complejidad tecnológica.
No ha quedado otro remedio, por criticidades: criticidades de calidad del producto, estrechas tolerancias de margen de parámetros del proceso, seguridad en el suministro o riesgos por seguridad.
Desde hace mucho tiempo los mayores avances en técnicas de regulación automática se han dado en esta industria, acabando en el control adaptativo inteligente de parámetros, en los P.I.D. que operan por doquier. El siguiente paso será dotar de mayor nivel de inteligencia global a la producción con sistemas que, como PromindCaptor (en el caso de Sisteplant), sugieren actuaciones y ajustes más globales, y a más plazo, considerando la evolución “cruzada” de eventos de la regulación PID, parámetros del proceso y resultados de calidad y mantenimiento.
Este punto es importante, porque, como veremos, enlaza con la necesidad peor conseguida hasta la fecha: organizar y explotar con resultados directos asignables la innovación radical y una mejora continua modulada y subordinada a aquella.