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Tradicionalmente las alarmas han sido la herramienta empleada para advertir a los panelistas de cualquier anomalía en el proceso. Sin embargo, atendiendo a la literatura reciente, se diría que las alarmas han dejado de ser una herramienta útil y se han convertido en un auténtico quebradero de cabeza. El presente artículo pretende ilustrar el problema y proponer algunas soluciones para devolver a las alarmas su utilidad original.
Desde hace ya algún tiempo la gestión de alarmas se ha convertido en un tema recurrente en la bibliografía y en distintos foros relacionados con el control de procesos. Es un tema que interesa no sólo a los usuarios finales de los ICS de cualquier sector, sino también a las empresas que los proveen, a las de consultoría/ingeniería, e, incluso, a las compañías aseguradoras.
¿A qué se debe este repentino interés por las alarmas si, en principio, no parecen ser nada complejo y desde siempre han estado con nosotros en la industria? La Tabla 1 nos ofrece una pista.
Aunque es cierto que todo accidente se debe a una concatenación de defectos, errores, fallos y/o despistes (de diseño, de operación, de materiales, etc.), los distintos expertos que analizaron los accidentes recogidos en la Tabla 1 llegaron a la conclusión de que los sistemas de alarma y/o las HMI fueron en gran parte responsables, debido a:
• Mal desempeño de los sistemas de alarmas a la hora de informar sobre alguna alteración de la unidad y orientar en su resolución.
• Desconocimiento y/o mal uso del sistema de alarmas.
• Errores de diseño y/o implementación de las HMI.