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La falta de alternativa real al petróleo como fuente de energía primaria, y la reducción de las reservas probadas en yacimientos convencionales, ha dado lugar a un creciente interés en la mejora de los procesos de extracción y refino de crudos cada vez más pesados. Entre las alternativas recientes propuestas para mejorar las propiedades de crudos pesados, destacan las basadas en líquidos iónicos. La selección del catión y anión en estos compuestos permite una gran variabilidad de propiedades, pudiendo ser diseñados de forma específica para numerosas aplicaciones.
El agotamiento de los recursos energéticos es un problema global y, a día de hoy, sigue sin haber alternativa factible a los combustibles fósiles y, más concretamente, al petróleo, debido a su elevado consumo. El problema se agrava, ya que se prevé un aumento de la demanda energética a nivel global, que pasará de unos 250 Mbpe/día a más de 320 Mbpe/día en 2030, cubriéndose un 30% de las necesidades con crudos de petróleo, según los escenarios planteados por BP en su informe anual de junio de 2013 [1], o por el vicepresidente de Total para América en junio de 2012 [2]. La Figura 1 muestra la evolución en el consumo energético y el “mix” propuesto para 2020 y 2030 a partir de los datos de 2010.