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Como práctica habitual, una central térmica de carbón estuvo implementando un mantenimiento estricto y un procedimiento de calibración para sus nuevos bastidores de muestreo de agua-vapor. Este procedimiento incluía la extracción, limpieza, calibrado semanal y la recolocación de 22 sondas de conductividad.
Con los porta-sondas estándar de acero inoxidable para analizadores, este proceso resultaba muy laborioso, llevándoles más de una hora únicamente para retirar y volver a colocar todas las sondas. Además, como dichas sondas estaban roscadas en los porta-sondas, a menudo los cables se enrollaban, aumentando así, la posibilidad de romper los mismos.
La corrosión o el agarrotamiento de las roscas, algo habitual cuando se trabaja con acero inoxidable con el consiguiente desgaste entre superficies metálicas, también ocurría de manera habitual, requiriendo la sustitución de la sonda o del porta-sondas, o directamente de ambas.