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La necesidad de promover la reindustrialización para reforzar la incipiente recuperación es en estos momentos objetivo prioritario. Y la industria papelera, como motor de una potente cadena de valor, tiene buenas razones para ser uno de los sectores protagonistas de ese proceso de reindustrialización. Desde las plantaciones para papel, pasando por la fabricación de celulosa y papel y su transformación en una enorme variedad de productos papeleros (cajas, bolsas, libros, periódicos, revistas…), hasta su recogida y tratamiento para su reciclaje final en una fábrica papelera, la cadena del papel supone el 3% del PIB español.
El sector papelero, que inició su recuperación en el segundo trimestre de 2015, puso ya en marcha un nuevo ciclo inversor en 2014, año en el que, mientras en el conjunto de la UE las inversiones de la industria papelera crecían un 2%, en España se incrementaron un 23%. Pero estos esfuerzos solo darán su fruto si en la próxima legislatura se produce el tan esperado impulso a los sectores que -como el papel- son estratégicos y sostenibles. Un precio competitivo de la energía para la industria, el desarrollo de infraestructuras y una regulación que permita mejorar la logística y el transporte, la defensa de nuestros intereses en el marco de política comercial de la UE y el estímulo a la I+D+i son aspectos clave para dar solidez y estabilidad a nuestra economía.