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Se plantea el autor la evolución en estos últimos cincuenta años de los sistemas de instrumentación de control, desde las formas iniciales hasta llegar a los sistemas actuales, en un contexto de entorno digital. Una visión personal que pone el acento en el recorrido casi sentimental de un profesional y su progresiva adaptación a las nuevas transformaciones introducidas en el sector
Cuando comencé a trabajar en instrumentación, allá por 1965 –¡hace cincuenta años, Dios mío!-, lo más importante y básico era lograr entender el funcionamiento del sistema “tobera-obturador”.
Por aquella época los instrumentos de control eran neumáticos, con sistemas de transmisión basados en las variaciones de presión de un circuito de aire comprimido; variaciones generadas básicamente por la proximidad de un obturador sobre una tobera por la que salía el aire comprimido; transmisores neumáticos; controladores de la misma técnica; extractores de raíz cuadrada y selectores de señal, máxima o mínima, y no sé qué más accesorios, así como válvulas de control neumáticas.
Uno podía diseñar cualquier sistema de control –más o menos- usando los distintos componentes discretos que actuaban en función de señales, que oscilaban entre 3 y 15 psig, y sin problemas de compatibilidad. Solo había que tener en cuenta que algunos componentes necesitaban una alimentación (a 20 psig), y otros no. La evolución natural y el uso del sistema métrico llevó a que, en poco tiempo, las señales eran de 0,2 a 1 barg. Pero los instrumentos eran básicamente los mismos y funcionaban con los mismos principios.