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Para la protección contra incendios (PCI) de una industria hay que tener en cuenta tres factores clave que mantienen la seguridad y la eficacia: el buen hacer profesional, la inspección y el control de los sistemas de PCI, y el mantenimiento periódico, ligado radicalmente a la eficacia del sistema. Y, además, obligatorio por Ley.
Al contrario que otro tipo de instalaciones, tales como climatización, electricidad, etc., las instalaciones de PCI, se encuentran normalmente en “reposo” y, por lo tanto, al no entrar en funcionamiento, no avisan de posibles problemas que puedan tener. Si bien, los sistemas de detección y alarma de incendio, a través de las centrales de alarma, sí tienen interacción con el usuario, no ocurre lo mismo con los sistemas mecánicos. Puede ser difícil conocer si un mal diseño hidráulico del sistema impediría al agua de los rociadores llegar en las condiciones de caudal y presión necesarias, para controlar el incendio, e igualmente difícil para el usuario conocer si los criterios de diseños generales son suficientes para el riesgo que tiene su establecimiento.
Los sistemas de PCI, al no ponerse en marcha normalmente, hacen que con el tiempo los operarios relajen las atenciones sobre las instalaciones, cuando en realidad debería ser al contario.