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En pleno auge del IoT (Internet de las Cosas), y en medio del largo camino de la robotización, la industria química sigue afrontando los retos que la sociedad le propone con las personas como elemento de valor diferencial. La alimentación, la medicina, la movilidad o las comunicaciones son algunos de los temas que tiene este sector encima de la mesa; retos a los que se les dará solución mediante la tecnología; tecnología que sigue teniendo detrás la mano y el cerebro de la persona.
En Tarragona, después de 50 años de crecimiento del sector químico, el paso hacia las especialidades y la producción de alto valor añadido es un horizonte y, en muchos ejemplos, una realidad. Por este motivo, cobra fuerza aún más la posición de las personas como eje sobre el que pivota nuestra estrategia de futuro. Así es fácil de entender que la industria química tenga un porcentaje de estabilidad laboral superior al 95 % (contratación indefinida), o que sea uno de los sectores mejor retribuidos del panorama industrial español, con una media salarial bruta de 37.550 euro anuales (datos publicados por Feique). La retención del talento y el crecimiento interno de las personas dentro de las organizaciones son aspectos claves para conseguir el nivel de excelencia necesario para afrontar los retos anteriormente mentados. Y así también se explica que el sector sea uno de los que más invierte en formación continuada para sus colaboradores (258 euros de media anual, por los 118 euros de la media industrial, o los 24 euros del sector hotelero).