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Los procesos de producción que utilizan mucha energía, como por ejemplo los empleados en la industria de los plásticos, presentan un potencial de ahorro especialmente importante. Sería negligente por parte de las empresas no aprovechar al máximo este potencial, no solo porque debe cumplirse con la normativa vigente, sino también porque se beneficiarán de unas considerables ventajas sobre la competencia. Cuando se trata de mejorar la eficiencia energética, el primer paso es analizar dónde, cuándo y cuánta energía se está consumiendo realmente. No obstante, no todas las herramientas de análisis funcionan igual.
Cuando los recursos son limitados, la eficiencia es un tema clave. A medida que los gobiernos de todo el mundo establecen objetivos a nivel energético, las empresas de fabricación y de procesamiento deben cumplir continuamente las indicaciones de las nuevas directivas, normas y reglamentos. Aunque la eficiencia es mucho más que un mal necesario, tiene un gran potencial para desarrollar una ventaja competitiva.
Los que se adapten más rápido sacarán el máximo partido, y los conocimientos que acaban de adquirir ayudarán a mejorar el rendimiento general de la empresa. La tecnología de los plásticos es uno de los tipos de procesamiento que utiliza una mayor cantidad de energía, y, como tal, se encuentra a la vanguardia de los esfuerzos para optimizar el consumo energético.