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La necesidad de transformar nuestras industrias hacia nuevos entornos de fabricación avanzada está ya en la agenda de muchos directivos. La difusión de tecnologías y prácticas contenidas dentro del modelo Industry 4.0 invitan a cuestionarse la viabilidad de implantación de las mismas en nuestros procesos.
Cuando una compañía aborda este reto, el debate, en sus primeros estadios, se centra en tratar de entender qué puede aportar el Industry 4.0 de forma tangible. En ocasiones las sesiones tienden a convertirse en una lluvia de ideas relativas a tecnologías y sistemas en las que siempre sobrevuelan términos relacionados con el cloud computing, los sistemas ciberfisicos, el internet de las cosas, la fabricación aditiva o los robots antropomórficos.
¿Qué es entonces Industry 4.0, una moda o una campaña de marketing con forma de puré o de sopa en la que intervienen muchos ingredientes, con nombres innovadores donde podemos entender la aportación individual de implantaciones locales de cada uno de sus componentes, pero que es difícil entender que valor aporta el todo? ¿Es esto realmente un revolución? (la cuarta revolución industrial, dicen).