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Pocos aspectos de gestión tienen tanto en común como el mantenimiento y la prevención de riesgos laborales. Desde la distancia y el desconocimiento inicial, ambos tenían en su origen la exclusiva finalidad de paliar o minimizar las pérdidas: en mantenimiento correctivo restablecer el funcionamiento con las menores consecuencias posibles; en prevención mal entendida, proteger al trabajador de las consecuencias de un efecto no deseado.
Afortunadamente, esa visión inicial de carácter reparador en vez de preventivo ya es historia. Ahora el mantenimiento preventivo permite evitar esas consecuencias que anteriormente el correctivo debía minimizar, e incluso el predictivo permite anticipar los factores que podían originar esas consecuencias perniciosas. Por otro lado, y gracias a la aplicación de los principios de acción preventiva, la protección del trabajador queda relegada a un segundo plano, en beneficio de la prevención de los riesgos y factores de riesgo que podrían propiciar la actualización de situaciones peligrosas.
A mi modesto entender, paralelismos significativos, que deben ser aprovechados. No es objeto de este artículo exhibir las bonanzas de un buen sistema de gestión de mantenimiento y prevención, pero sí de los vínculos que existen entre ellos, y que no siempre son aprovechados. Por otro lado, las operaciones de mantenimiento suponen en sí mismas exposiciones a factores de riesgo en muchas ocasiones de difícil previsión, por lo que son indicadas para adoptar medidas preventivas orientadas a máximos. A continuación se profundizará en ambos aspectos.