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Se realiza un repaso de las diferentes fuentes de contaminación atmosférica y de cómo tal contaminación puede incidir sobre suelos y/o plantas. Se muestra un caso práctico de investigación en este campo, y de cómo el suelo puede comportarse como un ente depurador de la contaminación atmosférica.
Introducción
La contaminación atmosférica es uno de los temas recurrentes en los medios de comunicación sociales. Las grandes ciudades están afectadas por dicha contaminación, siendo de intensidad gravísima en cuencas cerradas que sufren inversión térmica. Ciudades iberoamericanas como Madrid, la ciudad de México o Santiago de Chile son paradigmáticas por sus altas contaminaciones atmosféricas (Onursal y Gautam, 1997 [27]).
Sin embargo, es menos conocido (o solo reducido a los ámbitos científicos) el efecto que pudiera tener la contaminación atmosférica sobre suelos y plantas, o bien el efecto mixto en combinación con la contaminación por escombreras de minería y sus efectos, al ser fuente de polvos contaminados (Navarro Segura et al., 1975 [26]; Rodríguez Lara et al., 2001 [31]). Ello, en parte, se debe al decreciente interés ocurrido en los países industriales desde que las normativas ambientales obligaron a implementar medidas para la reducción de las emisiones industriales y a un consecuente rígido control las mismas, con registros automáticos, concentrándose más bien en el conocimiento de los efectos de la contaminación urbana sobre la salud (Ballester, 2005 [1]), o sobre los efectos que causan las plumas de humo de los grandes incendios (Pinilla Gil, 2007 [29]; Sione et al., 2009 [33]).