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En el presente artículo se analiza la aportación que los hidrocarburos, y por extensión los combustibles fósiles, han realizado al desarrollo y al progreso de la humanidad. La conclusión de dicho análisis es que los hidrocarburos han salvado a la humanidad, nos han salvado a todos, de la naturaleza y que han salvado a la naturaleza de la humanidad.
En los últimos doscientos cincuenta años la humanidad está disfrutando de un progreso sin precedentes. Somos más ricos, vivimos más tiempo, con mejor salud y más confortablemente de lo que ninguno de nuestros ancestros lo hizo nunca. Dicho progreso comenzó cuando la humanidad descubrió y empezó a usar sistemáticamente los combustibles fósiles, fundamentalmente los hidrocarburos. Nos han permitido desarrollar nuestra creatividad para generar conocimiento, crear tecnología y progresar. Desde que la humanidad empezó a emplear los combustibles fósiles, ha entrado en un círculo virtual, un círculo de progreso que está propiciando que el conocimiento y el desarrollo tecnológico crezcan a ritmos paulatinamente más rápidos. La humanidad está venciendo a la naturaleza, está consiguiendo ser independiente de ella y acabar con la maldición maltusiana que históricamente ha supuesto el ser incapaces de generar suficientes alimentos (y otros recursos) sobre los que cimentar el crecimiento de la población y la mejora de las condiciones de vida. El vertiginoso desarrollo humano acaecido en los dos últimos siglos se sustenta en la disponibilidad de combustibles fósiles, fundamentalmente de hidrocarburos, que constituyen fuentes energéticas absolutamente singulares: son energía concentrada, abundante, barata y fiable en su utilización. Los hidrocarburos nos permiten desarrollar y amplificar nuestras capacidades, nos permiten crear otros recursos y ser libres.