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La industria de los plásticos vive uno de sus momentos clave. Sin duda, hoy en día estos materiales son fundamentales para multitud de aplicaciones, donde la innovación y el desarrollo tecnológico han contribuido al desarrollo arquitectónico, logístico, tecnológico e, incluso, de movilidad actuales. Son muchas las razones que le generan una necesidad de reinvención constante, y en estos momentos se plantea una nueva: la circularidad de los plásticos.
Una actualización para este sector que, desde este año, cuenta con una nueva apuesta: el Compromiso Voluntario – Plastics 2030, un planteamiento de apoyo a la Comisión Europea hacia la economía circular de los plásticos en Europa, que busca convertir grandes retos, como el desaprovechamiento de los materiales, en oportunidades a favor, tanto para España como para el resto de la Unión Europea.
Y es que el hecho de que nuestro país sea el segundo país europeo que más plástico recicla por habitante es algo que a todos nos alegra descubrir; pero que, por otro lado, sea el que más plásticos envía a vertederos por habitante, evidentemente no. ¿Por qué? Porque el mantenimiento de un concepto tan arcaico como es el vertedero conlleva que ese residuo se transforme en inmovilismo, en pérdida de valor, en menor circularidad de nuestro sistema y, además, en una potencial fuente de littering.