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La producción de hidrógeno y gas de síntesis están llamados a formar parte de la economía energética del futuro. Sin embargo, los procesos industriales implementados actualmente no satisfacen los requerimientos de sostenibilidad exigidos en el nuevo esquema energético. En el nuevo escenario, el reformado seco de metano parte con ventaja, ya que usa como materia prima dos gases de efecto invernadero y es una alternativa interesante para la valorización química del CO2 producto de la captura con materiales adsorbentes.
Introducción
La producción mundial de hidrógeno en la actualidad se estima alrededor de 97 miles de millones de toneladas (MMT), y genera un mercado que alcanza los 100 billones de euros, y con potencial de crecimiento hasta alcanzar los 136 billones de euros en 2022.
La discriminación de la producción actual según la fuente del hidrógeno es la siguiente: un 60 % satisface una demanda interna de la industria química que lo usa como materia prima en la producción de amoniaco, metanol y combustibles con alto octanaje y bajos niveles de azufre; un 31 % de la producción del hidrógeno es un subproducto en industrias como acerías, refinerías de crudo, plantas de etileno, y plantas de cloro-álcali, y el 6 % restante del hidrógeno se produce con fines mercantiles.