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Este artículo muestra la implementación de algunos materiales grafénicos, preparados mediante distintos métodos, en dispositivos tanto de generación como de almacenamiento de energía limpia y sostenible, con el objetivo de convertir en realidad el uso de uno de los materiales más prometedores del momento.
Introducción
La energía es uno de los pilares fundamentales del progreso humano, y es evidente que su consumo, cada vez más demandado, tiene amplias repercusiones sobre el conjunto del planeta. Tanto es así que el papel de la energía, junto con su abastecimiento, es una temática prioritaria en las agendas científica, social, económica y política de todos los países desarrollados. Es una realidad que la demanda energética por parte de los seres humanos sigue un crecimiento exponencial desde hace unos años. El previsible agotamiento de los recursos fósiles, junto con el cambio climático, consecuencia de las emisiones de gases efecto invernadero, generan importantes desafíos para los distintos actores y exigen la búsqueda de soluciones conjuntas [1]. Tanto es así, que la Unión Europea se ha propuesto alcanzar la neutralidad de estas emisiones para el 2050 [2], impulsando la creación de ciudades inteligentes y fomentando el uso de energías limpias. Por esto, las energías renovables han adquirido un mayor protagonismo en los últimos años y son la esperanza del futuro. El empleo de un vector de energía como el hidrógeno en sistemas móviles, la introducción de vehículos híbridos y eléctricos, la gestión de fuentes renovables como paneles solares fotovoltaicos o la energía eólica, e, incluso, otros mercados en el sector de las comunicaciones móviles y la electrónica de consumo, demandan procedimientos rápidos y eficaces para la generación, el almacenamiento y la distribución de energía.