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Cada año, durante el primer trimestre del año, todos los que nos dedicamos a la seguridad industrial solemos estar al tanto de las estadísticas sobre accidentes del año anterior; estadísticas de las que aprender y que nos permitan fijar el foco en mejoras a implementar en las empresas.
Muchas de estas mejoras implican grandes inversiones (adquisición de nuevos equipos, aumento del personal en planta, traslado a nuevas instalaciones, adaptaciones tecnológicas), y en ocasiones cuesta mucho implementarlas. El principal motivo por el cual se demoran es porque, habitualmente, es preciso emprender un largo proceso dentro de las empresas para convencer a los decisores (normalmente el equipo directivo) de la importancia de esas nuevas medidas y su impacto a largo plazo tanto en seguridad como en beneficios empresariales.
Todos los años tengo el placer de asesorar a cientos de empresas sobre las medidas técnicas que han de instalar en sus lugares de trabajo para reducir el riesgo químico a la hora de almacenar productos químicos peligrosos. Se trata de proyectos complejos, que implican a varios departamentos y que pueden llevar incluso 2-3 años hasta su puesta en marcha.
Si tuviera que resumir los pasos clave por los que pasa cada proyecto serían los siguientes:
Durante este proceso, para mejorar en este caso un almacén APQ, se han involucrado normalmente un mínimo de 10-12 personas, 5-6 departamentos (prevención, medio ambiente, producción, ingeniería, compras, dirección), y ha llevado horas de decisión y análisis. Es entendible: normalmente estamos hablando de implementaciones con una alta inversión económica.
Lo que me sorprende cada día es cómo, a la hora de decidir quién ha de asegurarse de que ese almacén de productos químicos siga siendo tan seguro como el primer día, la decisión se tome más a la ligera.
Cuando hablo con las empresas sobre el requisito del Reglamento APQ (RD 656/2017) de tener un inspector propio APQ que revise anualmente los almacenamientos para acreditar que siguen siendo seguros, las respuestas que escucho a veces son:
Este tipo de respuestas son más habituales cuando se tienen recipientes pequeñitos, porque quien tiene un tanque grande de producto peligroso suele tener más en mente que un buen mantenimiento y revisiones son las claves para evitar grandes accidentes. Pero no hemos de subestimar el riesgo químico que tenemos, sea cual sea el tamaño de nuestro almacenamiento.
A la hora de seleccionar al personal que realice las funciones de inspector propio APQ dentro de tu empresa debemos:
Escoger correctamente al inspector propio, unido a una buena formación para que desarrolle sus responsabilidades evitará en tu empresa accidentes como intoxicaciones, incendios en zonas ATEX, reacciones entre productos por incompatibilidades, quemaduras o irritaciones por contacto con productos etc. La seguridad de tu empresa depende de la buena labor de tus inspectores propios APQ, no tomes la decisión a la ligera.
Dados los excelentes resultados obtenidos, el equipo de formadores de BEQUINOR continúa trabajando en la mejora del contenido del curso de inspector propio RAPQ. En 2021, extiende su alcance para recoger también las pautas para llevar a cabo una correcta revisión periódica en los almacenamientos en recipientes fijos de inflamables, corrosivos y tóxicos, de conformidad a las ITCs MIE APQ-1, APQ-6 y APQ-7, que por supuesto cubre igualmente el almacenamiento en recipientes móviles APQ-10.
De este modo, en el primer semestre de 2021, ha programado dos ediciones del curso inspector RAPQ que se impartirán dentro de su Aula Virtual los días 1, 2 y 3 de marzo de 2021 y 1, 2 y 3 de junio de 2021. También ha programado una nueva edición del curso de inspector propio (específico APQ-10) los días 22, 23 y 24 de marzo de 2021.