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Una de las maneras que tenemos de proteger a las personas es protegiendo a los equipos que forman parte de su actividad laboral. Esto, que en principio puede parecer un tanto frívolo, no lo es en absoluto y, es más, el empeño de muchas compañías en definir correctamente las protecciones sobre los equipos deriva directamente en la protección de los operadores. De cómo se interrelacionan ambos trata el presente artículo.
Cuando se realiza un estudio de seguridad, y más concretamente un estudio de asignación de SIL (Safety Integrity Level), en el que se establece la reducción de riesgo que tiene que tiene que ser implementada, albergamos en nuestra cabeza la idea de que lo hacemos para proteger a las personas que van a trabajar en la instalación para las cuales estamos analizando los riesgos asociados a las operaciones en las que se van a ver involucradas.
Recordemos el concepto de Riesgo:
R = F × C
Donde:
R= Riesgo
F= Frecuencia de ocurrencia del evento que puede ocasionar una situación peligrosa
C= Consecuencia más probable que se va a dar cuando se produzca el evento