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La contaminación metálica sigue siendo uno de los riesgos más graves y costosos en la seguridad alimentaria. Aunque la industria alimentaria en sí es una de las más reguladas del mundo, con muchos procesos implementados para garantizar la seguridad, la presencia de fragmentos de metal, incluso los de tamaño micrométrico, pueden representar una importante amenaza para la salud y seguridad del consumidor final, e, incluso, llevar a la retirada de productos del mercado.
La retirada de un solo producto puede llegar a suponer a las empresas costes millonarios, sin mencionar el daño que tal acción podría causar a la reputación de la marca. También existen otros potenciales problemas, como costosos daños a los equipos de procesado y las posteriores paradas del proceso por los problemas de contaminación metálica.
Buscando formas de proteger sus productos, las empresas de la industria alimentaria a menudo recurren a la separación magnética para eliminar el riesgo de que materiales extraños entren en la cadena de producción. Dentro del cumplimiento del HACCP -acrónimo en inglés de Análisis de Peligros y Puntos Críticos de Control-, la separación magnética ofrece una de las formas más seguras de eliminación de cuerpos extraños en la industria alimentaria.