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El mundo se encuentra embarcado en una transición energético-ecológica. Su diseño e implementación debe ser inteligente, racional y equilibrado, a todas las escalas, integrando aspectos no solamente energéticos, sino también medioambientales y económicos, porque el fracaso del proceso en una región y/o país supondrá pérdida de competitividad y empobrecimiento de esa(s) sociedad(es), y el fracaso colectivo implicará perpetuación de situaciones de pobreza y empeoramiento de las condiciones ambientales globales.
Introducción
Vivimos tiempos de transiciones energéticas y/o ecológicas, una de cuyas características es la extraordinaria velocidad con la que pretende realizarse el proceso, al menos por parte de algunos colectivos integrados en las sociedades occidentales, fundamentalmente en la Unión Europea, UE. De seguro que otra de sus características es el distanciamiento y la frialdad con que muchos otros países del resto del mundo -fundamentalmente en Asia, Oriente Medio, América del Sur, África, Rusia y otras repúblicas exsoviéticas- contemplan las discusiones que al respecto son tan apasionadas y vehementes en Occidente.