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La industria química se está enfrentando a importantes retos para adecuar sus plantas de producción a las nuevas demandas productivas, con mayores requisitos en materia ambiental, social y corporativa (ESG), minimizando los riesgos de seguridad y calidad y tratando de sacar el máximo provecho de sus activos.
Introducción
Las estrategias de transformación digital que las empresas están realizando durante estos últimos años requieren comenzar, en muchos casos, por la modernización o la adaptación de los sistemas de control de procesos. En los nuevos entornos de fabricación, las tecnologías digitales y la automatización son cada vez más necesarias para mantener la ventaja competitiva, flexibilizar la producción, optimizar los procesos y reducir los costes de materiales y energía.
Los Sistemas de Control Distribuido (DCS) están evolucionando, ya que no solo tienen que controlar el proceso y habilitar o dar acceso a los datos e información del proceso, sino que, además, tienen que facilitar el procesamiento de estos datos, obtener KPIs cruzados o realizar funciones de analítica predictiva y prescriptiva. En definitiva, deben añadir a sus funciones de control y seguridad las nuevas necesidades de digitalización dentro del paraguas de la industria 4.0, y lidiando con nuevos desafíos relacionados con la ciberseguridad.