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En esta ocasión quisiera dedicar este artículo a la sostenibilidad, una palabra que está de moda hoy en día y en la mente de muchos, pero, más allá de eso (para mí “moda” sugiere algo pasajero, de duración determinada), me gusta entender la sostenibilidad como la filosofía o estrategia que debe de conducirnos a un mundo más igualitario y próspero; como la herramienta para alcanzar la reducción de las desigualdades, la protección de los diferentes colectivos y el cuidado de nuestro planeta.
Creo muy firmemente que todos tenemos nuestra responsabilidad y nuestro papel en este objetivo de ofrecer un mundo mejor a las generaciones futuras y, cómo no, las empresas no pueden ser una excepción, debiendo tomar un rol muy activo para contribuir a ello.
Dentro de las acciones empresariales para afrontar la sostenibilidad, desde mi punto de vista, podríamos decir que hay tres maneras de actuar:
• El llamado greenwashing o conjunto de acciones destinadas a ofrecer una imagen de la compañía que realmente no se corresponde con la realidad, obedeciendo a una visión de puro marketing. Me gusta pensar que esta práctica cada vez se da menos.
• Otra forma de actuar puede basarse en copiar (con toda la buena intención) lo que hacen otras empresas de nuestro sector. Personalmente veo esta estrategia como un mal menor, ya que entiendo que hay una voluntad de la empresa por actuar en temas de sostenibilidad. No obstante, denota que no ha sabido plantear la sostenibilidad como un elemento estratégico y clave para su actividad industrial.