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En esta exposición se expone la realidad de que la agroforestería se asienta en suelos con limitaciones productivas, en general aquellos que no permiten agricultura intensiva. De ahí el riesgo de que se degraden o erosionen si se intervienen agresivamente para lograr una más alta productividad. Para evitarlo es necesario capitalizar los múltiples servicios que prestan, de tal manera que los productores agroforestales no caigan en la tentación de eliminar los árboles buscando un mayor rendimiento económico.
Introducción: Devenir histórico de los sistemas naturales y antropizados
Se supone que hasta la aparición del hombre agricultor todos los ecosistemas eran más o menos naturales. El hombre recolector y trashumante, unido a su escasa población, apenas ejercía influencia sobre los sistemas naturales, de igual manera que los animales omnívoros o frugívoros. Tal influencia fue notándose a medida que el hombre agrícola y sedentario fue paulatinamente sustituyendo al hombre recolector; es decir, cuando hubo un paulatino cambio del hombre itinerante a agrícola urbano y el medio circundante a las crecientes poblaciones humanas urbanas era paulatinamente transformado para satisfacer las cada vez más progresivas y exigentes producciones de alimentos. Este proceso, que aún continúa, modificó los sistemas, no pocas veces de manera tan degradante que arrumbó con las civilizaciones esplendorosas de algunas zonas, como las surgidas en Mesopotamia (salinización) o en Mesoamérica (contaminación hídrica).