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En España, durante todo el año en curso, el consumo de gas para la industria ha ido descendiendo progresivamente. Los datos son alarmantes, con una dramática caída nunca vista. La progresión ha sido la siguiente: en junio el descenso alcanzó un -20 %, llegando en julio al -31,9 %, y en agosto profundizó hasta el -39%, para cerrar el mes de septiembre con un descenso del -40,8 %, todo ello respecto al año anterior.
El tejido industrial pierde competitividad
Al no existir, a corto plazo, alternativas al gas como fuente de calor o de materia prima, la industria nacional está parando. No hay duda de que los altos precios del gas han provocado que nuestro tejido industrial pierda competitividad de manera alarmante, puesto que llega un momento en que a las empresas les resulta imposible trasladar sobrecostes al producto final, ya que, de hacerlo, se destruye la demanda del producto. Y para nuestras empresas es muy complicado exportar y competir en mercados internacionales cuyos costes del gas son más competitivos que los españoles.