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Impulsados por el nuevo Reglamento europeo de envases y residuos de envases, donde tendrán el papel de aceleradores para alcanzar su circularidad, los sistemas colectivos de responsabilidad ampliada del productor (SCRAP) pretenden, como es el caso de IMPLICA, ser el nexo de toda su cadena de valor aprovechando las sinergias que establecen entre productores y gestores.
Con datos tan irrefutables como el de que, en 2021, cada europeo generó 190 kg de residuos de envases, o con el de que si se sigue el actual modelo de consumo, para 2030 esta cifra habrá aumentado en un 20 %, el Parlamento Europeo aprobó el pasado mes de abril un Reglamento que contempla medidas para todo el ciclo de vida de los envases, con los objetivos claros de reducir su generación y sus residuos, así como la restricción de producir ciertos formatos de envases.
La normativa explica que los envases son uno de los mayores consumidores de materiales vírgenes (el 40 % de los plásticos y el 50 % del papel utilizados en la Unión Europea se destina a envases) y representan el 36 % de los residuos sólidos urbanos. El uso cada vez mayor de los envases, unido a sus bajos porcentajes de reutilización y reciclado –relata el texto legal– obstaculiza el desarrollo de una economía circular con bajas emisiones de carbono.