Industria Química Noviembre 2018

Un futuro menos negro

En la obra "El tsunami tecnológico", escrita por el analista Ángel Bonet y presentada en la pasada edición de ChemPlast Expo, el autor adivina un futuro -no especialmente lejano- en donde, ante los avances en el vehículo autónomo (eléctrico) y el impacto de las nuevas tecnologías "la industria del petróleo tendrá que transformarse y centrar su objeto en la industria petroquímica y de derivados. La refinería de combustibles dejará de ser un negocio. De hecho, ¡no habrá gasolineras!", asegura Bonet.
Está claro, ante lo expuesto, que el autor se inclina a pensar en un mundo marcado por las condiciones impuestas por un "tsunami tecnológico"que, como el autor también señala,"no ha hecho más que empezar". Los entornos digitales marcarán, sin duda, la vida de los ciudadanos, pero está claro que también el de las empresas y, sin duda, la economía mundial. Y es que, como aseguraba el presidente del gigante Alibaba, Jack Ma,"en 30 años internet será más importante para la economía global que lo que es el petróleo a día de hoy".
Junto con este desarrollo tecnológico, el anuncio realizado recientemente por Bruselas de eliminar en el plazo del 2050 todos los combustibles fósiles marca otro punto de inflexión en el debate. Como se señala en el documento elaborado por la Comisión Europea, realizado a requerimiento del Parlamento Europeo, las emisiones de gases de efecto invernadero deberán desaparecer a mediados de siglo, lo que supone la total desaparición de los combustibles fósiles. Se plantea como alternativa la obtención de un 80 % de la electricidad a partir de energías renovables, sin que ello suponga, advierten desde la Comisión, ninguna reducción del PIB de los países integrados en la Unión.
La señal para sectores como el automóvil o energético es clara, y se produce, además, en un momento en donde tanto uno como otro sector se encuentran embarcados en un proceso de adaptación a nuevos modelos de mercado. Es evidente, pues, que la presión de las diferentes administraciones comunitarias y nacionales hacia estrategias más ambiciosas a nivel medioambiental, unida a un proceso que ya parece irreversible hacia un abandono de "antiguos sistemas" de comunicación y transporte basados en combustibles fósiles, va a establecer una disruptiva profunda en la manera de entender el negocio petroquímico existente hasta el momento.