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El ejercicio 2015 cerró con buenos resultados entre los productores españoles de papel, y supuso el inicio de la recuperación del sector. Pese a ello, el reto supone ahora consolidar esta incipiente y aún frágil recuperación, para lo que reclaman al nuevo Gobierno un paquete de medidas que ayuden a ganar en competitividad.
Para eso, aseguró el presidente de Aspapel, Enrique Isidro, es necesario “mejorar las condiciones de competitividad, crear un caldo de cultivo en el que pueda desarrollarse la actividad industrial. Y eso pasa por un precio competitivo de la energía para la industria, el desarrollo de infraestructuras y una regulación que permita mejorar la logística y el transporte, la defensa de los intereses de la industria española y europea en el marco de la política comercial de la UE, y el estímulo a la I+D+i”.
Las cifras recogidas en el Informe Estadístico Anual del Sector Papelero de Aspapel validan esta recuperación. Pero con matices. Así, la producción de papel en España se incrementó en un 2,6%, pero muy por debajo aún del 5,6% de crecimiento del mercado interior, que se ha cubierto en buena parte con la importación, que registra un aumento del 2,3%. A su vez, las exportaciones de papel retrocedieron por la pérdida de competitividad derivada de la reforma energética, con una disminución en 2015 del 4,1%. “Buena prueba de esa fragilidad de la recuperación —añadió Isidro— es que, si bien los datos del primer trimestre de este año señalaban en la misma dirección de recuperación, en el segundo trimestre se está detectando una clara desaceleración”. El crecimiento acumulado de la producción de papel en el primer trimestre de 2016 es del 4,7%, pero el dato enero-mayo es del 2,6%, debido a que la producción en abril crece solo el 0,6% y en mayo baja el 1%.
Para enderezar esta recuperación, el presidente de la patronal aboga por una sustancial mejora de la competitividad, la cual solo puede llegar por una innovación en procesos y productos. “La innovación en la industria papelera, en lo que se refiere a los procesos productivos, se dirige fundamentalmente la mejora de la eficiencia, fabricando celulosa y papel con cada vez menos agua y menos energía. A la optimización del aprovisionamiento de materias primas, con un uso en cascada que nos permite convertir nuestro propios residuos en recursos. Y a la búsqueda de sinergias y simbiosis con otras industrias y creando valor a lo largo de toda la cadena del papel”, afirmó Enrique Isidro.
A su vez, la innovación en los productos pasa por artículos adaptados a las necesidades de los nuevos clientes, el e-commerce, los nuevos hábitos de consumo y conservación de alimentos, etc. Para ello, la I+D+i y la sostenibilidad se convierten en actores fundamental del progreso, señaló también Isidro. “Las claves de la nueva industria, la industria de un futuro que ya está aquí son los bioproductos, la economía circular y la industria inteligente, la industria 4.0. La industria española de la celulosa desempeña un papel protagonista en la nueva economía, como bioindustria basada en un recurso renovable. Somos referente del nuevo modelo industrial, basado en la economía circular y estamos preparados para abordar la cuarta revolución industrial”.
Asimismo, para materializar este nuevo posicionamiento, el sector papelero invirtió en 2015 un total de 177 millones de euros, en línea con las cifras del año anterior, que habían marcado el inicio del nuevo ciclo inversor, con un crecimiento del 23%. La inversión de 228 millones prevista para 2016 ratifica esa tendencia inversora, con un nuevo incremento del 29%. En los últimos diez años, pese a la crisis, el sector invirtió casi 2.800 millones de euros. Se trata de inversiones destinadas fundamentalmente a aumento de la capacidad de producción, reducción de costes y renovación tecnológica e innovación, así como calidad y medioambiente.