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La industria papelera, representada en su patronal Aspapel, ha hecho balance del pasado año 2016 y anunciado la evolución en el presente ejercicio, en el que se presumen buenos resultados.
De esta forma, tal como señalo su presidente, Enrique Isidro, en 2016 el sector papelero español se caracterizo por la ralentización del crecimiento en la producción de papel, así como la desaceleración de la demanda interna y la reactivación de las exportaciones. “La competitividad perdida a causa de la reforma energética, y todavía no recuperada plenamente, y el alto nivel de incertidumbre económica y política a escala nacional, europea y mundial, están lastrando la recuperación, cuya fragilidad ponen de manifiesto los datos del último ejercicio”, afirmó Isidro.
Así, el pasado ejercicio las 71 fábricas papeleras españolas produjeron 6.218.600 toneladas de papel, con un incremento del 0,4 %, en línea con la desaceleración del consumo de papel, que creció el 0,6 %. Mientras, las diez plantas fabricantes de celulosa en España produjeron 1.676.500 toneladas en 2016, un 2,2 % más que en el ejercicio anterior.
Por lo que respecta al ejercicio 2017, este se inició con caídas de producción y, pese a que en marzo ya se registró un incremento de la producción de papel, el primer trimestre se cerró con un descenso del 1,1 %. El dato de abril, con un crecimiento de la producción de papel del 3,2 %, unido al también positivo de marzo (2,6%) apunta a mejores perspectivas para el presente año.
Para apoyar este desarrollo y ganar en la tan deseada –y necesitada- competitividad, las inversiones de la industria papelera ascendieron en 2016 hasta los 328 millones de euros, lo que supone un 7,7 % de la cifra de negocio y un incremento del 85% con respecto al año anterior. Para 2017 están previstas inversiones por valor de 372 millones de euros, un 13 % más que en 2016.
Los niveles de inversión, aseguró Isidro, se mueven ya en valores similares a antes de la crisis, lo que es una demostración del interés mostrado por el sector para ganar posición y peso, con un reposicionamiento hacia productos de mayor proyección y valor añadido. Se trataría, pues, de inversiones enfocadas a la innovación, el incremento de la capacidad, la mejora de la eficiencia y los costes, la renovación tecnológica y la calidad y el medio ambiente. En los últimos diez años, el sector papelero español invirtió 2.282 millones de euros (una inversión media anual del 5,3 % de la facturación).
Lo que a todas luces parece claro para la industria del papel es su apuesta por una reindustrialización de la economía española; en el caso de la industria papelera basada en un modelo sostenible, como bioindustria descarbonizada, así como renovable y referente del nuevo modelo industrial de la economía circular.
“Un precio competitivo de la energía para la industria, el desarrollo de infraestructuras y una regulación que permita mejorar la logística y el transporte, la defensa de nuestros intereses en el marco de política comercial de la UE y el estímulo a la I+D+i son algunos de los aspectos clave para dar solidez e impulso a la recuperación económica”, aseguraron desde Aspapel.