Empresas Premium
ASPAPEL, la Asociación Española de Fabricantes de Pasta, Papel y Cartón, ha presentado sus resultados anuales y la actualización de su memoria de sostenibilidad, en la que reivindica el espacio que ocupa un sector que supone el 4,5 % de nuestro PIB, y hasta el 18,5 % del empleo industrial. Para su presidente, Jordi Mercader, el futuro de este sector pasa por abordar decididamente por medidas para potenciar la inevitable reindustrialización española.
De esta forma, con una facturación de 4.779 millones de euros, un 8,6 % más que en el pasado ejercicio, la producción total del sector papelero papel quedó repartida entre los 6,2 millones de toneladas de la producción de papel y los 1,7 millones de toneladas de celulosa. Mientras que la producción de papel cayó un 1%, con 61.000 toneladas menos que en el ejercicio anterior, la de celulosa creció un 0,8 % en 2018
Sin embargo, el comportamiento de las diversas familias de papeles es muy diferente. Mientras que producción de papeles gráficos (papel prensa y papeles para impresión y escritura) desciende un 16,2 %, con casi 200.000 toneladas menos que el año anterior, el resto de los papeles incrementan su producción en casi 140.000 toneladas (un 2,7 % más que en 2017), en porcentajes que van del 7,1 % del cartón estucado o el 6 % de otros envases y embalajes (donde se incluyen bolsas, sacos, tubos, celulosa moldeada, etc.), al 2,1 % de los papeles para cartón ondulado y el 2% de los papeles higiénicos y sanitarios y los papeles especiales. Hay que reseñar que la producción de papeles para cartón ondulado supera por primera vez los tres millones de toneladas, marca un nuevo máximo histórico y supone el 49 % de la producción total.
Con una perspectiva de cinco años, es decir, con respecto a 2014, la producción total ha crecido 121.000 toneladas, con un descenso de 380.000 toneladas en los papeles gráficos (especialmente el papel prensa) y un incremento de 501.000 toneladas para el resto de los papeles. Se trata de una tendencia clara, derivada de un cambio en los hábitos de consumo, señalan desde Aspapel.
El consumo de papel creció en 2018 un 1,9 %, encadenando cinco años de crecimiento, que se situaría en estos momentos en 6,9 millones de toneladas, lejos todavía de los 7,9 millones alcanzados en 2006. El consumo de papeles gráficos (prensa e impresión y escritura) cayó un 7,9 % frente a 2017, acumulando más de 800.000 toneladas de caída desde 2006.
Las exportaciones de papel registran en 2018, por su parte, un descenso del 3,6 % y se sitúan en 2.584.900 toneladas. Los principales mercados son otros países de la UE (que representan el 60% de muestro mercado exportador) y especialmente las vecinas Portugal y Francia, que suponen el 40% de las exportaciones totales. Las importaciones de papel, por su parte, crecieron un 2,9 % hasta situarse en 3.360.400 toneladas.
En cuanto a la celulosa, tanto la exportación (955.900 toneladas) como la importación (1.145.600 toneladas) se mantuvieron en niveles similares al ejercicio anterior, con un descenso del 0,6% en la producción destinada a los mercados exteriores y un incremento 0,5% en las importaciones. Las exportaciones de celulosa se dirigieron en un 84% a otros países de la UE (Alemania, Países Bajos, Polonia, Francia e Italia fundamentalmente).
El sector dispone en la actualidad en nuestro país de 70 fábricas de papel y diez de celulosa. Cerró el año pasado con una plantilla de 16.595 empleados directos (un 1,9 % más), de los que un 89 % fueron contratos indefinidos.
Una seña de identidad especialmente relevante del sector es el uso de materias primas locales: el 96 % de la madera y el 73 % del papel para reciclar que utiliza la industria española de la celulosa y el papel como materia prima son de procedencia local.
En 2018 las inversiones, con un incremento del 21 % sobre el año anterior, ascendieron a 471 millones de euros, un 9,9 % de la facturación. Este gran esfuerzo inversor de la industria papelera española se desarrolló paralelamente al proceso de sustitución de materiales que está protagonizando el papel por su carácter renovable, reciclable y biodegradable, que lo posiciona como uno de los materiales del futuro. El fuerte ciclo inversor iniciado en 2015 se prolonga con unas inversiones previstas para 2019 de 435 millones adicionales. “El fuerte ritmo inversor de los últimos años es la prueba de nuestra apuesta por el futuro del sector como paradigma que somos de bioeconomía circular”, explicó Jordi Mercader, presidente de ASPAPEL, que presentó el Informe junto con la vicepresidenta Elisabet Alier y el director general Carlos Reinoso.