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El centro tecnológico aragonés Aitiip coordina Bizente, una investigación para recuperar los materiales compuestos termoestables mediante enzimas que degradan los plásticos, que cuenta con un presupuesto de 3,18 millones de euros y en la que participan diez socios de cinco países.
Actualmente no existe una solución definitiva para recuperar los materiales compuestos termoestables: se almacenan en vertederos a la espera de dar con una respuesta que permita su recuperación o tienen como destino la incineración, lo que genera su correspondiente huella negativa en el medio ambiente y efectos nocivos en la salud pública. Así, solo en el sector de la aeronáutica hay más de 12.000 aviones a punto de dejar de ser utilizados, tras haber agotado su ciclo de vida, que contienen entre un 20 % y un 40 % de composites, cantidad que en las aeronaves de fabricación más reciente llega a alcanzar un 70%. Este problema se repite en otros sectores como el ferroviario, la construcción, la automoción, la energía, la electrónica o el material deportivo.
Este es el primer proyecto financiado por la Unión Europea que emplea tecnología enzimática para trabajar los materiales compuestos una vez que han alcanzado el final de su vida útil. La tecnología de Bizente logra la biodegradación controlada de materiales compuestos termoestables mediante el uso de enzimas (moléculas orgánicas capaces de desencadenar reacciones químicas), una solución novedosa que implica ampliar el proceso biocatalítico a un nuevo tipo de materia prima, tres resinas termoestables (epoxi, poliéster y viniléster) que no han sido abordadas previamente en la cadena de valor de los plásticos. Esta innovación plantea nuevos mercados y oportunidades de negocio para el tratamiento de los residuos plásticos, y establece una nueva vida útil para los productos recuperados después de su biodegradación.