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Una investigación realizada por IQS concluye que el accidente de IQOXE se produjo por “una concatenación de circunstancias no detectables que llevan a una reacción química súbita, inesperada e imprevisible por ser desconocida”.
Según la investigación realizada por el equipo de investigación del centro universitario IQS, encabezado por el catedrático de Ingeniería Química, Julià Sempere y Eduard Serra, profesor del departamento de Ingeniería Química y Responsable de Seguridad de IQS, el accidente en IQOXE del día 14 de enero de 2020 se produjo por “una concatenación de circunstancias no detectables que llevan a una reacción química súbita, inesperada e imprevisible por ser desconocida”.
Los autores del estudio determinan que dichas circunstancias se produjeron durante el proceso de producción de un lote de MPEG 500, superándose los 300 °C en el interior del reactor en el momento del accidente. Ello provocó la descomposición del MPEG y la consiguiente explosión. Los autores confirman también que la tecnología del reactor era de última generación y el sistema de seguridad el más avanzado disponible.
Entre las circunstancias indicadas se encuentran la inestabilidad de la mezcla dentro del reactor, la diferencia de temperatura entre la parte alta y la base del reactor -el producto final no cubría, al menos, el eyector pequeño del reactor-, y que la velocidad de la reacción -indetectable- no permitiese maniobra alguna.
Según uno de los autores de la investigación, Julià Sempere, “ninguno de estos hechos, por sí solo, hubiera sido determinante para poner en riesgo la seguridad del reactor; únicamente la coincidencia de todos ellos generó una situación que nosotros hemos reproducido en el laboratorio y que conlleva la descomposición violenta del MPEG”.
El MPEG era el producto que se estaba fabricando en la planta de IQOXE en el momento del accidente. El MPEG hasta ahora no era considerado un producto químico peligroso.
La investigación ha comprobado en laboratorio que el MPEG, en determinadas circunstancias y sometido a temperaturas superiores a 300 °C es capaz de descomponer y generar una presión superior a los 200 bar. En esta situación, inesperada e imprevisible por desconocida, las medidas de contención fueron sobrepasadas.
Tras este descubrimiento, el equipo de IQS quiere alertar al sector de la industria química y a los fabricantes de este tipo de reactores para que se adopten las nuevas medidas preventivas y de seguridad necesarias. La violencia de la explosión provocó que una parte del reactor se desprendiera y un posible “efecto giro” hiciera que esta se desplazara a una distancia sin precedentes. “Era absolutamente impensable que un fragmento del reactor volase más allá de los 1.200 o, a lo sumo 1.500 metros, pero nunca a 2.500”, aseguran los investigadores.