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Un proyecto de investigación permitirá conocer, mediante técnicas epidemiológicas, los hábitos y el estilo de vida de la población de la ciudad de Valencia, gracias al análisis de sus aguas residuales urbanas.
Concretamente, el estudio permitirá detectar, identificar, cuantificar y caracterizar los contaminantes emergentes presentes en dichas aguas en diferentes puntos de la ciudad, así como su evolución posterior como resultado del tratamiento en procesos de depuración.
Este es el principal trabajo que se desarrolla en el proyecto MORESAN (Monitorización de contaminantes emergentes en la red de saneamiento de la ciudad de Valencia), donde participan investigadores del Instituto Tecnológico del Plástico (AIMPLAS), el Instituto de Ingeniería del Agua y Medio Ambiente de la Universitat Politècnica de València (IIAMA-UPV), el Grupo CALAGUA de la Universitat de València (UV), Intercontrol Levante y Sequencing Multiplex (Seqplexing). El estudio, financiado por la Agencia Valenciana de la Innovación (AVI) y la Unión Europea a través de los fondos FEDER, tiene una duración de 28 meses (de septiembre de 2023 a diciembre de 2025).
“Con la pandemia por COVID-19 se comprobó el potencial de la monitorización de las aguas residuales para evaluar la incidencia y prevalencia del virus en la población. Además, puso de manifiesto la importancia de que una sectorización adecuada en la cuenca establece la relación entre la carga viral medida en las muestras de aguas residuales y los habitantes infectados en la cuenca”, destaca Joaquín Serralta, investigador principal del IIAMA en el proyecto.
Por ello, en Moresan se usarán técnicas de epidemiología basada en las aguas residuales, como herramienta de análisis y control, para obtener información relacionada con el consumo de fármacos y otros contaminantes emergentes.
“Aimplas identificará y seleccionará los contaminantes emergentes objeto de estudio en función de su incidencia y peligrosidad. Entre los contaminantes seleccionados se encuentran los antibióticos por tratarse de sustancias directamente relacionadas con la presencia de genes resistentes, así como otros contaminantes de interés como los microplásticos o las sustancias perfluoroalquiladas (PFAS)”, explica María Lorenzo, la investigadora principal de Aimplas en el proyecto.