12 de marzo, 2025 XML
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La Comisión Europea subvencionará con 205 millones de euros (205.061.582 euros), con cargo al Fondo de Innovación de la Unión Europea, el proyecto TarraCO2, un almacén de CO₂ offshore frente a la costa de Tarragona (a unos 45 kilómetros en línea recta del polo petroquímico de Tarragona), impulsado por Repsol.

Se trata de uno de los 77 proyectos de descarbonización que acaban de firmar el convenio de subvención después de que, en octubre de 2024, se anunciaran los resultados de la convocatoria de 2023.

Dotado en esta convocatoria con 4.800 millones de euros procedentes del régimen de comercio de derechos de emisión de la UE, este fondo busca «ayudar al despliegue de tecnologías de descarbonización innovadoras», entre las cuales se encuentran las tecnologías CCUS (captura, transporte, almacenamiento y uso del carbono, por sus siglas en inglés).

Los proyectos CCUS seleccionados en esta convocatoria (como es el caso de TarraCO2), "capturarán CO₂ y contribuirán con el 13% del objetivo de la NZIA (Net-Zero Industry Act) de almacenar al menos 50 millones de toneladas de CO₂ al año procedentes de diversas fuentes difíciles de reducir (hard-to-abate) en industrias de gran consumo de energía, como el cemento y la cal, las (bio)refinerías, los productos químicos y la conversión de residuos en energía", explica la Comisión Europea.

En el caso del proyecto TarraCO2, con entrada en funcionamiento prevista para el 31 de diciembre de 2030, la CE calcula que esta infraestructura será capaz de almacenar unos 2 millones de toneladas de CO2 equivalente al año, hasta una capacidad máxima de 54 millones de toneladas.

En la ficha de este proyecto, explica que «representa una oportunidad sin precedentes para proyectos de descarbonización industrial en el sur de Europa», con un impacto que "ayudará a reducir en un 30 % las emisiones de difícil reducción (hard-to-abate) en la región".

"El proyecto -prosigue su hoja técnica- impulsará el desarrollo de un ecosistema CCUS en un área donde sectores como la producción de cemento y productos químicos emiten más de 6 Mtpa de emisiones de difícil reducción solo dentro de un radio de 120 km alrededor del centro industrial de Tarragona".

 

Además, asegura que "implicará el despliegue de tecnologías innovadoras centradas en protocolos sólidos de monitoreo de sismicidad, como una red combinada de sismómetros de fondo oceánico (OBS), sensores acústicos distribuidos (DAS) herramientas de optimización operativa para la gestión de los reservorios".

"Otras innovaciones -añade- incluyen la operación en alta mar del almacenamiento de CO₂ y la interoperabilidad del transporte y almacenamiento".

Por último, "TarraCO₂-Storage tiene el potencial de convertirse en un catalizador para el desarrollo de un Hub global de CO₂ con orígenes diversos, así como para la producción de combustibles sintéticos sin emisiones y la eliminación de carbono".

Puesta en marcha en 2031

Se prevé que los proyectos seleccionados, procedentes de dieciocho países europeos, entren en funcionamiento entre 2025 y 2031. Las subvenciones oscilan entre los 1,4 millones de euros y 262 millones de euros para proyectos con el potencial de reducir emisiones en aproximadamente 397,6 millones de toneladas equivalentes de CO a lo largo de los diez primeros años de funcionamiento.

Los 205 millones de euros otorgados a Repsol, pues, sitúan a este proyecto como uno de los mejor dotados, en línea con su importancia estratégica para liderar la descarbonización industrial en la UE.

Además de los 77 proyectos que han firmado el convenio de subvención, la Agencia Ejecutiva Europea de Clima, Infraestructuras y Medio Ambiente (CINEA) ha invitado a seis proyectos de la lista de reserva a preparar sus respectivos convenios de subvención. Estos seis proyectos podrían contribuir a una reducción de las emisiones de 24,6 millones de toneladas equivalentes de CO.

Al reducir las emisiones, relata la Comisión Europea, "estos proyectos contribuirán a la transición de Europa hacia una economía de emisiones netas cero, al tiempo que se mejora la competitividad industrial, se refuerza la resiliencia de la cadena de suministro, se posiciona a la UE como líder mundial en tecnologías limpias y se promueven soluciones climáticas pioneras".

Infraestructura estratégica

Ignasi Cañagueral, presidente de la Associació Empresarial Química de Tarragona (AEQT) y de la Comissió d’Indústria de Foment del Treball, valora el alcance de esta noticia: "Significa competitividad y futuro. Siempre hemos hablado de que la descarbonización debe ser competitiva. Porque si no, la descarbonización se hará cerrando. Por eso hemos de ser competitivos antes y después, y el almacenamiento próximo [de CO₂] añade competitividad, mientras que otro más lejano haría zozobrar toda la industria catalana".

"Si la posibilidad de exploración [para este almacén] termina demostrando su viabilidad técnica, y que competitivamente es viable –prosigue Cañagueral–, eso será una gran noticia, porque es una alternativa de país".

"Mientras no tengamos tecnologías de uso del carbono a gran escala –añade–, debemos almacenar. Y lo haremos con una tecnología probada y madura. Uno de los parámetros que decidirán muchas inversiones industriales es cuánto cuesta la tonelada de CO₂ en transporte y almacenamiento. Si desde el Port de Tarragona tenemos una tubería hacia un acuífero salino para ser el polo de descarbonización de Catalunya, eso no tiene nada que ver con recorrer 6.000 kilómetros en barco con ese CO₂".

"Contar o no con ese almacén –concluye el presidente de la AEQT– podría hacer decantar proyectos de inversión industrial que no tuviesen esa alternativa. Hará al territorio más competitivo, generará autonomía estratégica y tecnología puntera. Al final, la pregunta clave es: ¿Queremos industria en Catalunya o no la queremos? Si esa industria ha de ser descarbonizada o no será, este almacén es una de las palancas más importantes que tenemos".

 

Aniceto Zaragoza, director general de la Agrupación de fabricantes de cemento de España (Oficemen), confirma esta visión: "Para nosotros, el almacenamiento de CO₂ es crítico. Hay sectores como el nuestro, el cementero, donde dos tercios de las emisiones de CO₂ son emisiones de proceso, inherente a la producción de cemento. Una parte de ese CO₂ capturado se podría utilizar, pero otra parte solo se puede almacenar".

"Para mí –explica Zaragoza– es imposible imaginar que España no tenga un almacén o incluso varios. Si nos quedamos fuera, mandamos una señal nítida, clara y robusta a la industria para que se vaya. Si no hay almacenamiento de CO₂, el futuro de toda la industria española se pone en riesgo".

Pedro Mora, doctor Ingeniero de Minas y profesor titular de la Universidad Politécnica de Madrid, además de presidente de la Plataforma Tecnológica Española del CO2 (PTECO2), dedicada a fomentar las tecnologías de captura, transporte, almacenamiento y usos del CO₂, explica que, desde esta organización, "estamos francamente contentos".

"Este es el primer proyecto de almacenamiento que se otorga a España –explica–, pero sería lógico tener tres o cuatro almacenes como este". Con una capacidad estimada de 2 millones de toneladas de CO₂ por año, TarraCO2 estará centrado en Catalunya, donde según relata Pedro Mora "hay entre 6 y 6,5 toneladas de CO₂ hard-to-abate, que básicamente son cemento, química y cal. El transporte del CO₂ tiene coste, y disponer de almacenamientos cercanos te da mayor competitividad como industria".

"Si no cuentas con uno de estos almacenes –prosigue Pedro Mora– pones en duda la viabilidad de la industria hard-to-abate, y eso es algo que puede llegar en diez años".

Seguridad

La tecnología, sin embargo, suscita preguntas, en especial cuando se evoca el recuerdo del almacén de gas natural Castor. "El CO₂ nada tiene que ver con el gas natural –argumenta este profesor universitario–, porque es inerte, no es tóxico, no flota, no arde... es lo que inhalamos y exhalamos todos los días".

"La segunda diferencia importantísima –prosigue Pedro Mora– es que las formaciones geológicas en las que se almacena el gas natural o el CO₂ son distintas. Un acuífero salino profundo cuenta con una roca porosa con cierta elasticidad, aislada por una roca arcillosa que garantiza que ese CO₂ no vaya a escapar".

"La tercera diferencia –concluye– es que en el caso del CO₂ vas a inyectar un fluido, que es CO₂ en estado supercrítico, con el objetivo de que quede permanentemente retenido; no vas a hacer inyección y extracción, como con el gas natural. Transformas esa agua salina en agua con gas, en agua de Vichy".

La gran pregunta, sin embargo, es la sismicidad. "Cuando haces algo en el subsuelo siempre puede haber algo de riesgo –admite Pedro Mora–, pero depende de cómo sea la roca y de lo que hagas. El riesgo de algo de sismicidad inducida existe igual si haces un túnel, pero para eso están los estudios previos".

"Y, en el caso del CO₂, el nivel de riesgo es muchísimo menor que en los almacenes de gas natural, porque es otro tipo de roca, y se puede controlar ese riesgo con la velocidad de inyección, decidiendo a qué velocidad inyectas para evitarlo. Para eso está el proyecto de investigación de tres o cuatro años que se va a hacer, para evaluar las condiciones adecuadas", insiste Pedro Mora.

Fase de investigación

A esta fase de investigación se refiere Javier Sancho, director del Complejo Industrial de Repsol en Tarragona: "Aunque el proyecto está en una fase muy inicial y aún pendiente de obtener el permiso de investigación que permitirá evaluar su viabilidad técnica, estamos muy satisfechos y orgullosos de recibir este apoyo europeo al proyecto TarraCO2".

"Esta es la tercera gran iniciativa de Repsol en Tarragona que obtiene ayuda del Innovation Fund de la UE –destaca Sancho–, después de la Ecoplanta y T-HYNET. Se trata de un hito único en Europa y es una prueba clara de la solidez del camino hacia la descarbonización del Complejo Industrial [de Repsol en Tarragona]".

"Este proyecto –añade– supondría una oportunidad para asegurar el futuro de la industria en el Camp de Tarragona, manteniendo su competitividad en un entorno que exige reducir las emisiones".

"Sin tecnologías como la captura y almacenamiento de CO₂ –destacó Javier Sancho–, sectores clave como la petroquímica, la producción de acero o el cemento están en riesgo de deslocalización. El clúster industrial de Tarragona da empleo directa e indirectamente a decenas de miles de personas, y este tipo de proyectos son esenciales para garantizar su futuro".

De llevarse adelante tras la fase de estudio que arrancará previsiblemente en cuanto obtengan el permiso, "TarraCO2 sería una pieza fundamental para alcanzar los objetivos climáticos de la UE y de España. Con este proyecto, Tarragona se consolidaría como un hub de referencia en la transición energética", asegura Javier Sancho.

Pero "ahora mismo –insiste– estamos en fase de investigación y evaluación técnica. El permiso de investigación aún está pendiente de aprobación y publicación en el BOE, por lo que el proyecto se encuentra en un momento muy incipiente". Además, señala que "la concesión de esta ayuda europea no obliga a ejecutar el proyecto, que solo se llevará a cabo si se confirma su viabilidad técnica y económica y cuenta con el apoyo institucional y social necesario".

 

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