31 de marzo, 2025 XML
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Síntesis de polímeros aplicados a biomedicina. Esta es una de las líneas de investigación del grupo BioNanoChem de la Universidade da Coruña, un equipo científico orientado a la investigación aplicada.

Los polímeros son materiales que pueden imitar a proteínas y los polisacáridos, que son de las biomoléculas que actúan como materiales. Esos polímeros que se desarrollan en el laboratorio, por ejemplo, sirven para transportar fármacos. "Ahora tenemos un proyecto para la liberación de fármacos a través de la córnea financiado por ‘la Caixa’", explica Francisco Fernández Trillo, investigador principal de este equipo.

BioNanoChem está orientado a la investigación aplicada, la que ya se traslada al tejido productivo y a la sociedad. "Nosotros no desarrollamos metodología sintética, que sería un aspecto del trabajo del químico, es decir, nuevas maneras de hacer polímeros, sino que intentamos desarrollar materiales que puedan tener una aplicación" y esa aplicación llega muchas veces de conversaciones que se tienen con gente. Por ejemplo, "un día hablas con un cirujano ocular, te dice que para determinadas enfermedades aún hay que inyectarle al paciente con una aguja en el ojo y le dices, yo hago polímeros para la liberación de fármacos. Podemos probar".

De hecho, en este momento, su equipo está centrado en el desarrollo de polímeros helicoidales para la liberación a través de la córnea. Ese material está diseñado para imitar a los péptidos y las proteínas presentes en el cuerpo y tiene capacidad de unirse a ácidos nucleicos, lo que permite transportar, por ejemplo, fármacos, a través de las membranas celulares.

Con esos mismos polímeros colaboran con la investigadora Ana Rey en la liberación de genes en células mesenquimales, que son interesantes para la medicina regenerativa, ya que se trata de células madre que pueden dar lugar a diferentes tipos de células en los tejidos como el cartílago, el hueso y la grasa. La investigación se centra en el uso de los polímeros para dirigir la diferenciación de esas células.

Además, el grupo colabora en investigaciones con péptidos y la creación de sensores de proteínas y trabajan en compuestos, primero antimicrobianos y posteriormente promicrobianos, que también cuentan con una patente. Estos últimos "ayudan a formar biopelículas que tienen utilidad en áreas como la biocatálisis", aclara Francisco Fernández Trillo.

Junto a él dirige el laboratorio Roberto J. Brea, especializado en lípidos. "Trabajamos fundamentalmente en el transporte de medicamentos, aunque sí hemos hecho algún polímero que puede ser terapéutico per se, en el campo de antimicrobianos", aclara Fernández Trillo.

Lo cierto es que el trabajo de grupos como BioNanoChem está al inicio del desarrollo de un posible medicamento. Entre el diseño de un polímero que transporte un principio activo y la llegada a los pacientes hay un largo recorrido que en muchas ocasiones no se completa porque la solución que se ha diseñado, simplemente, no funciona.

El equipo de Fernández Trillo cuenta con tres patentes activas. El investigador de la UDC, que comenzó su carrera en Inglaterra, es socio-inventor en un proyecto que terminó convirtiéndose en una empresa, Tagomics, en el Reino Unido y que se dedica a la detección de metilación en el genoma. La metilación es una modificación química del ADN que modifica la expresión de genes, y que puede indicar entre otras cosas, procesos de enfermedad.

Faltan más vías de comunicación entre las empresas y los grupos de investigación

"Menos de las que me gustaría", responde Fernández Trillo a la pregunta de si a su laboratorio acuden muchas empresas buscando soluciones a sus problemas. Fernández Trillo lo atribuye primero a que el trabajo del químico está al inicio del desarrollo de una solución, pero también a que "muchas veces faltan vías de comunicación" entre las empresas y los grupos de investigación, y "deberían existir más eventos en los que poder hablar los unos con los otros", porque, en su experiencia, "necesitamos varias conversaciones" para alinear las habilidades de un laboratorio con las necesidades concretas del tejido productivo y social.

"Si no podemos hacerlo, intentamos buscar a quién les pueda ayudar", subraya el investigador de la UDC, ya que además de las líneas de trabajo tanto de él mismo como de Roberto J. Brea, cuentan con conexiones en otros muchos ámbitos.

¿Qué ocurre con las patentes? "El problema, desde un punto de vista académico, es que te ponen un plazo", unos 18 meses hasta que se hace pública y unos 20 años en su totalidad. "Las empresas pueden retrasar ese proceso lo máximo posible para no hacer públicos los resultados", pero desde la universidad hay la presión de publicar.

 

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