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Rafael Eugenio Romero García, de la Asociación de Industrias Químicas, Básicas y Energéticas de Huelva (AIQB), nos ofrece el artículo de opinión titulado “Pandemia a turnos”.
Especialmente en Navidades me gusta acordarme del personal que está a turno, y resulta que, fuera de esas fechas, ha llegado un suceso llamado Covid-19 que también está sacando lo mejor de cada uno y, desgraciadamente, de algunos lo peor.
Todos los días estamos recordando y homenajeando, porque se lo merecen, a los nuevos héroes de la sociedad moderna, pero yo quiero recordar hoy, aunque sea desde estas humildes palabras, a unas personas generalmente olvidadas, los empleados industriales, el personal de “las fábricas”; y no por eso, repito, restar méritos a los demás, como son sanitarios, personal de seguridad y emergencias y otros servicios esenciales que en estas fechas están teniendo una especial relevancia (siempre la han tenido) o por lo menos se está haciendo evidente esa relevancia.
Y me quiero acordar de ellos porque, excepto los mismos empleados y sus familias, casi nadie piensa en ellos en estos días en los que las fábricas, como siempre, siguen en marcha las 24 horas del día, cada día de la semana. Y, además, quiero hacerlo porque estos días están siendo bastante duros por muchos aspectos, ya que es esencial y vital para todos mantener la actividad sin contagiarse ni contagiar –no se sabe si estamos enfermos al inicio de la enfermedad- a compañeros ni familiares en el retorno.
Y quiero repetir lo que dije en Navidades, que lo que nadie, o casi nadie, piensa es que esos trabajadores están haciendo un trabajo para nuestro beneficio social. Esos trabajadores hacen su trabajo lo mejor que saben y pueden empleando las mejores tecnologías disponibles, como obliga la ley en toda Europa –Huelva es Europa-; es decir, trabajan con incontestable profesionalidad a pesar de lo que algunos digan o piensen, como ciudadanos onubenses que son y, por tanto, sabiendo que sus seres queridos están en sus casas esperando su retorno después de su jornada laboral, ahora en una situación extraña y anómala que esperemos no tener que volver a vivir ninguno de los actuales humanos moradores del planeta.
¿Y cuál es ese beneficio social que nos proporciona ese trabajo? Pues algunos son muy claros, electricidad y el cobre para su distribución, el gas necesario para calentadores y cocinas, los combustibles, lejías para limpieza y aguas, alimentos, productos químicos para fabricar medicamentos, plásticos y equipamientos sanitarios (mascarillas, respiradores, etc.), gases industriales con multitud de usos esenciales… no creo que sea necesario seguir.
Por eso, para finalizar, repito también, como en Navidades, que quiero agradeceros a todos los empleados a turno, industriales o no –permitidme un especial recuerdo a los industriales-, el trabajo que hacéis y que nos permite a mi familia, amigos y a mí mismo, vivir como vivimos, con luz aunque sea de noche, cocinando a cualquier hora y mil cosas más como, por ejemplo, hacer algo que nos parece ya tan simple como escribir esta carta en el ordenador, algo en lo que deberían pensar algunos, porque, cuando alguien está escribiendo en un teclado y mirando una pantalla, lo hace gracias a vosotros que hacéis ese trabajo callado, honrado y profesional en varias fábricas a la vez. Feliz turno a todos y a vuestras familias de todo corazón.